Por allí se decía que estos habían sido dos buenos fichajes del mercado de invierno.
El Calvo y su hermano.
Que pechá de reír, cuando entramos, vimos que el terreno de juego presentaba como es ya casi costumbre un aspecto lamentable, el césped no se había podido cortar por estar embarrado y además estaba muy alto y a medio cortar, parecía la pelambrera de un chucho sornoso.
En diferentes fases del partido nuestra plebe que no se le va ni una, se hartó de cantar a modo de sevillanita algo como: ¡VAMOS A CORTAR EL CESPED A MANOJITOS, VAMOS A CORTAR EL CESPED A MANOJITOS, VAMOS A CORTAR EL CESPED QUE ESTÁ LARGUITO!.
Vaya manera de tomarse con gracia y buen humor el campo que tenemos.
Cesped alto.
Otro detalle que fue de fábula o mejor dicho de juego infantil tradicional improvisado: Delante de nosotros vemos al pequeño Cristian, uno de los mas traviesos, graciosos y chiquillo atletista de la General, vemos que está enrollado en una tira de trapo que no sabemos de donde había buscado, seguramente la habría obtenido trasteando por nuestra zona. El caso es que el Pirri cogió uno de los extremos de la cinta y tiraba para bailarlo como si de una peonza o un casi extinguido trompo se tratase.
El trompo.
El caso es que en esta ocasión nuestra gente se divirtió, vio goles, sobre un campo pesado vio un buen partido, vio a nuestro equipo ganar con claridad, se rió, cantó, bailó, innovó nuevas bromas y nuevas cosas, despidió al equipo con una gran ovación que los jugadores correspondieron.
Y con mucha gracia, mucho arte y sin perder ese respeto al rival, todos los mareistas cantaban luciendo esa hermosa manita.
El caso es que en esta ocasión nuestra gente se divirtió, vio goles, sobre un campo pesado vio un buen partido, vio a nuestro equipo ganar con claridad, se rió, cantó, bailó, innovó nuevas bromas y nuevas cosas, despidió al equipo con una gran ovación que los jugadores correspondieron.
Y con mucha gracia, mucho arte y sin perder ese respeto al rival, todos los mareistas cantaban luciendo esa hermosa manita.
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