Foto Pepe Jiménez.
Pues tarde entoldada amenazante de una lluvia que solo apareció al final mojándonos un poco, y nuevo empate de nuestro equipo esta vez ante los Barreños.
No demasiada gente, pero los mismos ánimos y las mismas ganas de fútbol de siempre por parte de nuestra plebe.
La primera sorpresa a forma de anécdota nos la llevamos incluso antes de entrar en el estadio, cuando vemos aparecer por nuestra zona de reunión un vehículo donde nos saluda efusivamente un sujeto con una camiseta rosa, un chico llamado el Canales, un atletista de los buenos que por diferentes motivos familiares que nos contó llevaba ya casi dos temporadas sin ir al futbol. Un Canales que fue recibido como el agua de octubre, una buena repesca para la Marea tan corta de efectivos, pues la verdad es que el Canales es todo un número uno en animación, con deciros que en su día fue nombrado como ”el lugarteniente del Pirri”.
Señor colegiado completamente rapado debido a la alopecia, y una serie de cachondos que de vez en cuando soltaban algo alusivo a ese tener la cabeza limpia y afeitada como la palma de la mano: ¡ÁRBITRO COMPRATE UN PEINE! ¡ÁRBITRO PONTE UNA PELUCA!. Vaya cachondeito con la cabeza calva del hombre.
En pleno descanso no pararon de pasar cosas, Jesús el Bacardi que como casi siempre a esas horas está ya bastante cargado y con una jumera muy gorda, intentaba saltar la valla para pasarse de Preferencia a General, sus mareos etílicos no se lo permitían, no podía saltar para adentro y le tuvieron que ayudar, jeje. Qué imagen andando por nuestra banda dando camballás.
Ramón Pérez Gil que también apareció por allí con un sobrerito elegante tipo ganster, que se fotografió con nosotros, nos habló de sus cosillas y nos volvió a demostrar su complicidad y su integración en el grupo del que ya es miembro de honor.
Y lo mejor de todo, el homenaje en el descanso a esos dos monstruos de la Radio, Alhambra y José Antonio. A Jose se le pintó una sonrisilla bonachona y agradecida cuando vio el presente y José Manuel Alhambra abría impaciente aquel paquetito que contenía nuestro pequeño detalle para él. Lo examinó, le gustó y por esta vez se pudo librar debido a unas dolencias bajas en la granja, de que la Marea Verde le volviese a coger a hombros como a un torero.
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